De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad se define como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. El exceso de peso en el ser humano representa un importante factor de riesgo para las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como las cardiovasculares, diabetes, la hipertensión arterial y varios tipos de cáncer.
El índice de masa corporal (IMC) se convirtió en la herramienta más usada para el diagnóstico de la obesidad, definida como el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros. En 1995, la OMS definió la obesidad como un IMC ≥ 30 y al sobrepeso como un IMC ≥ 25.
En el mundo hay 1900 millones de personas con sobrepeso u obesidad. De 1980 a 2014, la prevalencia de la obesidad se ha duplicado.
El 72% de los mexicanos padecen sobrepeso u obesidad, ocupando el 1er. lugar a nivel mundial en este padecimiento.
En México, 1 de cada 3 niños presentan sobrepeso u obesidad, de acuerdo a la OCDE.
El costo de atender la obesidad a nivel mundial es de 2 billones de dólares. En México se estima que para el 2050, las enfermedades relacionadas con la obesidad (incluyendo diabetes y enfermedades del corazón) podrían costar hasta $1.7 mil millones de dólares anualmente.
El sobrepeso y la obesidad son producto de estilos de vida poco saludables que combinan una mala alimentación con poca actividad física.
Tanto los hábitos como los estilos de vida juegan un papel fundamental en la prevención y control del sobrepeso y la obesidad, de ahí que para enfrentar este problema de salud pública se debe abordar desde una perspectiva multidisciplinaria.
La pérdida de peso y el mantenerla mediante la modificación de la dieta y el incremento de la actividad física es el objetivo principal del manejo de la obesidad, sin embargo, mantener el peso perdido sólo con estas intervenciones es difícil y se presentan altas tasas de recaídas. Es en estos casos que se sugiere tratamiento farmacológico y en casos de obesidad mórbida, cirugía bariátrica.
Obesidad y Corazón
La obesidad se asocia a varias enfermedades cardiovasculares y está vinculada no sólo a enfermedad coronaria, sino también a alteraciones del ritmo cardiaco y la función ventricular. Las complicaciones cardiovasculares de la obesidad pueden ser:
Obesidad y accidente cerebrovascular. Numerosos estudios han informado una asociación entre el IMC y el accidente cerebrovascular. En efecto, por cada 1 unidad de aumento del IMC, hubo un incremento del 4% en el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico y 6% en el riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico.
Obesidad y apnea del sueño. La obesidad es la causa clásica de apnea obstructiva del sueño. Los pacientes con apnea del sueño son más propensos a desarrollar insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial, disritmias, infarto al miocardio, accidente cerebrovascular y mortalidad general.
Obesidad y arritmias ventriculares. Se ha comprobado que la obesidad provoca un aumento en la irritabilidad eléctrica del corazón lo que puede desencadenar la aparición de arritmias ventriculares, incluso si padecer disfunción ventricular o insuficiencia cardiaca.
Obesidad y enfermedad coronaria. Más del 66% de los pacientes con enfermedad coronaria tienen sobrepeso u obesidad y son generalmente 10 años más jóvenes que aquellos con peso normal, siendo más propensos a la dislipemia, la hipertensión y un estilo de vida sedentario que los pacientes con peso normal.
Obesidad y fibrilación auricular. Las personas con obesidad tienen un 50% más riesgo de fibrilación auricular. Dicho riesgo se incrementa a medida que aumenta el IMC.
Obesidad e insuficiencia cardiaca. Cada año se diagnostican más de 400.000 casos nuevos de insuficiencia cardiaca. Se ha sugerido que la obesidad podría ser en parte causa del aumento de la incidencia de insuficiencia cardiaca en las décadas recientes.
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Fuentes:
Organización Mundial de la Salud.
Sociedad Española de Cardiología.